Por Nahum Ulín
Departamento de Pastoral
La comunidad Magis del colegio ha cumplido 15 años de trayectoria formal (2007-2022), más 3 años agregados de génesis espontánea y creativa (2004-2006), donde cada sábado –día normal de reunión– se ha convertido en un oasis, una casa, un hogar, una familia para tantos jóvenes, niños y niñas, como para los adultos encargados (acompañantes).
En el presente texto –a modo de agradecimiento, apoyándome en el texto del grano de mostaza y un conocido adagio ignaciano– voy a relatar, en tres momentos, cómo ha sido el camino procesual de nuestra comunidad acá en el Externado.
«Es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto…» (Lc 13, 19a)
Nuestra comunidad Magis nació luego de un curso-taller de líderes ignacianos”, realizado en Guatemala, donde participaron también los hermanos/as de Nicaragua en el año 2004. La comunidad fue fruto de una iniciativa –de los participantes de la delegación de El Salvador y Nicaragua– de dar vida a un espacio pastoral para jóvenes del colegio, que en un primer momento se llamó «Jóvenes Ignacianos para la Solidaridad”. Fue hasta el año 2006 que se adoptó el nombre de Magis para el grupo de jóvenes que se siguieron reuniendo.
En estas reuniones se trataban temas de realidad nacional, espiritualidad ignaciana y se realizaba la pastoral social, con la ayuda de los acompañantes Julia Alfaro, Karla Rauda, Gerardo Guzmán, el apoyo del jesuita Luis Toro y Gerardo Guevara, rector del Externado. Yo ingresé a trabajar al Externado en el año 2006 y recuerdo cómo los sábados los jóvenes se reunían con entusiasmo y curiosidad, y a la vez como ellos apoyaban con la decoración de pasillos, actos litúrgicos, animación musical y todo lo que tenía que ver con el quehacer religioso en el Externado.
«Creció, se convirtió en árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas.» (Lc 13, 19b)
En el año 2007 se desarrolló una reunión de homólogos de pastoral de los colegios Jesuitas de Centroamérica (Acosicam), en el Centro Loyola de El Salvador. En esta reunión se gesta el proceso formal Magis: las comunidades Servidores (6º y 7º grado), Peregrinos (8º y 9º grado), Amigos en el Señor (1º y 2º de bachillerato) y Comunidad en Servicio (exalumnos/as); así como los objetivos, itinerario formativo e inspiración ignaciana de cada comunidad. Magis se convierte en comunidad de comunidades, brindándole así un espacio concreto a cada joven, niño y niña, según su edad e intereses.
En el Externado, como parte de la novedad pastoral, nace Magis Infantil, etapa inicial del proceso que recibe niños y niñas de 4º y 5º grado de primaria. Desde el año 2007 hasta el año 2019 (animado por los acompañantes Julia Alfaro, Vladimir Valladares, Francisco Castillo, Pancho Díaz SI, Rogelio Zambrana, Sergio Cerón, Benjamín Constante, José Reyes Menjívar, con el apoyo del jesuita Luis Toro y Gerardo Guevara, administrador del Externado) Magis camina con mayor protagonismo en el colegio.
Nuestra Comunidad crece, de a poco, y se convierte en apoyo directo del equipo de Pastoral. Con los chicos y chicas se organizan las misas semanales, los festivales de solidaridad, se motivan las oraciones de inicio de jornada, se realiza la pastoral social en diversos lugares (asilos, orfanatos, comedores, dando refuerzo escolar en escuelas, inclusive impartiendo catequesis de Primera Comunión en el colegio); se realizan misiones en Semana Santa, se participa de campamentos centroamericanos… todo con el fin de experimentar una de las máximas ignacianas: en todo amar y servir.
Una de las experiencias más enriquecedoras fue el impulsar el Curso de Dinámica para Líderes. Estos cursos favorecieron la formación de líderes del Externado: el autogestionar la formación continua dentro de las comunidades, para que sean “los mismos jóvenes quiénes evangelicen a otros jóvenes”. En este tramo del camino, Magis no se entendió como un espacio aislado en el Colegio. No. Los chicos y chicas comprendieron que la vida es así como la comunidad: una constante lucha por dar lo mejor de uno para un bien mayor, la construcción del Reino que Jesús e Ignacio soñaron.
«En tiempo de desolación, no hacer mudanza.» (EE 318)
Llega el año 2020, año de la pandemia. Magis experimenta cambios que la dinámica social impone a todos: distancia, encierro, y silencio. La virtualidad toma el lugar de la presencialidad. Pastoralmente se ve cómo la participación, el ánimo y el interés caen de a poco. Los años 2020 y 2021 son estaciones donde cuidar la salud se vuelve una obligación, más que otras situaciones cotidianas.
Aún en desolación, Magis continua –goteadamente y de manera virtual– sus reuniones comunitarias, sus asambleas y festividades, como su proyección pastoral. En este tiempo, por el contexto, se abandona la pastoral social. Los acompañantes (Sergio Cerón, Francisco Castillo, José Reyes Menjívar, Deysi Martínez, Alex Cruz, el apoyo del jesuita Jaime Parra, rector, y Gerardo Guevara, administrador del Externado) motivan a que la dinámica comunitaria se desarrolle sin detenerse.
Gracias a Dios hemos llegado al 2022. De a poco se ha vuelto a la presencialidad. Magis se ha ido adaptando al tiempo y espacio que la pandemia ha dejado: incertidumbre. Después de mucho tiempo, hemos celebrado –presencialmente– cómo el Espíritu de Dios sigue con nosotros a pesar de la desolación y la oscuridad social y personal. Experimentamos nuevamente la sensación de sentirnos una familia, que –a pesar de las diferencias y diversidades– “camina con un mismo corazón y Espíritu”: el de Jesús e Ignacio.
A través de estos 18 años, jóvenes, niños y niñas han experimentado qué es ser Magis, siéndolo en el día a día: a través de sus profesiones, de sus procederes, de sus sentires y deseos, de sus opciones, de su capacidad de amor y entrega, de su opción por abandonar la mediocridad y el sin sentido.
Vos que leés esto, si has participado o participás en la Comunidad Magis o de la espiritualidad ignaciana, sentite llamado por Dios a ser “más para lo menos”. Yo, simple testigo de lo anterior, sigo creyendo porque veo y experimento cómo Dios nos “libra y aparta del mal, dándonos su Espíritu que no nos abandona”.
¡Gracias, Señor, por tanto bien recibido y el que recibiremos!
AMDG