Cada gota cuenta: Día Mundial del Agua y nuestro papel en su conservación

La UNESCO insiste en que la celebración anual del Día Mundial del Agua busca centrar la atención en la importancia de cuidar del agua dulce y en defender la gestión sostenible de las fuentes de donde se obtiene.

En las noticias, en artículos de opinión o en los libros de texto, suelen referirse al agua como “el vital líquido”. Dicha frase, es más que un eufemismo y encierra una gran verdad. Sin agua no existe vida. Sin embargo, las personas parecemos olvidarnos con demasiada frecuencia de su importancia y actuamos como si el agua que llega a nuestras casas, la que bebemos, usamos para bañarnos y lavarnos la boca y para infinidad de tareas del hogar, procediera de fuentes inagotables. En otras palabras, se trata de un recurso que solemos dar por sentado, asumiendo que siempre estará a nuestra disposición, a pesar de su despilfarro y contaminación. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) instituyó hace muchos años el Día Mundial del Agua el 22 de marzo, para crear conciencia de la relevancia de este líquido que es tan esencial para los seres humanos y para todas las formas de vida que habitan el planeta. Pero lo más importante, para advertir de que si no hacemos algo por protegerlo, cada día será más escaso.

En la actualidad, se calcula que en el mundo unos 2,200 millones de personas viven sin acceso al agua potable. En El Salvador, por ejemplo, según el diagnóstico de la prestación de los servicios de agua potable y alcantarillado en El Salvador, que difundió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2023, solo el 42% de hogares de las zonas rurales tienen acceso al agua potable. Este porcentaje aumenta considerablemente en los hogares de las zonas urbanas, lo que significa que en las urbes el acceso al agua potable es mayor. Sin embargo, son los citadinos los que más abusan de los recursos hídricos y actúan con indiferencia respecto a su cuido. Muchos desperdician cantidades considerables lavando las aceras de sus casas a pleno mediodía o utilizando cantidades exageradas para enjuagar sus automóviles. También acostumbran a regar los jardines en horas no adecuadas o a llenar piscinas inflables para que chapoteen los más pequeños.

Un estudio realizado por el departamento de investigación e innovación de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), enfatiza un hecho importante: la disponibilidad del agua en nuestro país no solo se reduce por la demanda, sino también por los niveles de contaminación. Tenemos el caso del río Lempa: el 90% del país está subordinado de forma directa o indirecta del agua que proviene de este afluente. Según datos publicados por un periódico local, se calcula que 5.4 millones de personas habitan en la cuenca del río y se valen de este para la pesca artesanal, el riego de los cultivos y las actividades domésticas. No obstante, dado que los gobiernos no le han brindado los cuidados necesarios, el río Lempa se ha convertido en vertedero donde desembocan los desechos industriales y urbanos. El año pasado, luego de las fuertes lluvias de junio, cerca de 300 toneladas de basura aparecieron en las playas de Acajutla. Tales residuos fueron impulsados desde varios ríos que convergen en la playa. Tal hecho fue un amargo recordatorio del grado de contaminación de nuestras ciudades y del mal manejo de desechos. Además, evidenció una práctica muy común en la población: verter la basura directamente en los ríos, contribuyendo aún más a su contaminación.

La UNESCO insiste en que la celebración anual del Día Mundial del Agua busca centrar la atención en la importancia de cuidar del agua dulce y en defender la gestión sostenible de las fuentes de donde se obtiene. En ese contexto, no es posible hablar de los recursos hídricos en nuestro país sin aludir el peligro que representa la minería metálica para la población. Como advirtió la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES) en diciembre pasado, la extracción de los metales preciosos se lleva a cabo utilizando ingentes cantidades de agua en las que termina por diluirse porciones de cianuro, arsénico, mercurio y ácido sulfúrico, las cuales son necesarias para poder deshacer la roca y aislar el oro. Tales sustancias químicas son sumamente tóxicas y acarrearán graves consecuencias para el estado del agua. En este sentido rubricamos el llamado que hicieron los obispos de apostar por la vida, en lugar de la minería.

Los cambios respecto a nuestra relación con el agua, sin embargo, deben comenzar en casa y también en el colegio. Es preciso hacer un alto y reflexionar respecto a la forma como administramos el agua en nuestro hogar y dentro de la institución. Lo primero es tomar conciencia de que somos privilegiados de contar con grifos para acceder al agua potable. Es un lujo con el que la mayoría de la población del país y del mundo no cuenta. Al lavarnos los dientes, enjabonar los platos o afeitarnos, el grifo debe permanecer cerrado. La ONG internacional Ayuda en Acción afirma en su sitio Web que el mantener el grifo abierto mientras nos lavamos los dientes supone el consumo de alrededor de seis litros de agua, cantidad que se reduce a medio litro si lo abrimos solo cuando lo necesitamos. Los jardines deben regarse preferentemente por la tarde cuando ha caído el sol o por la noche, pues durante el día la evaporación puede hacer perder hasta el 30% del agua consumida en esta acción. También es importante recordar que los inodoros del colegio no son cubos de basura. Sobre todo evita tirar objetos que los obstruyan. El tanque de los inodoros consume entre 9 y 10 litros de agua. Si adviertes que alguno está funcionando mal y deja escapar el agua, avisa a tu coordinador de grado.

El agua es esencial para la vida y el Día Mundial del Agua es un espacio para reflexionar sobre su cuido y conservación. La mayoría de la población de nuestro planeta y del país, no tiene acceso al agua potable, mientras que la contaminación reduce su disponibilidad y agrava su escasez. Esta situación evidencia la falta de cultura ambiental entre la población y la necesidad urgente de promover conductas a favor de la protección del recurso hídrico. Además, la minería metálica amenaza con contaminar permanentemente las fuentes de donde se extrae el agua dulce en nuestro país. Por esto, proteger y cuidar del “vital líquido” comienza en nuestra casa y en el colegio, llevando a cabo un esfuerzo cotidiano para emplearlo con responsabilidad.

Rolando Ernesto Herrera Sánchez

Director Académico